Mis razones

Después de muchos años de actividad profesional, hace bastante tiempo que se me ocurrió la idea de publicar un blog en Internet, cosa, por otra parte, poco original, me diréis. Admitido. Más que nada, la cosa consistiría en divulgar experiencias y habilidades relacionadas con mis gustos y aficiones. Primero, con un afán pedagógico (después se descubrirá por qué), y, segundo, persiguiendo un espacio lúdico para cuando el futuro me regalara el tiempo que entonces me negaban mis ocupaciones y obligaciones.

La idea pronto me trajo un nombre para cuando mi proyecto pudiera convertirse en realidad: Aula Adriana. Y es que fue el aula el espacio físico en el que desarrollé durante largos años mi actividad profesional. Lo de Adriana cuenta con más connotaciones, unas personales, que no vienen al caso, y otras relativas a una de mis pasiones: la historia

Publio Elio Adriano, conocido como Adriano, fue un emperador romano, con raíces hispanas, que vivió entre los años 76 y 138 d.C. Gran admirador de la cultura, favoreció la eclosión de nuevas formas artísticas a lo largo del Imperio. Construida en Tibur (Tívoli), a unos 30 km. de Roma, la Villa Adriana constituyó el mejor ejemplo de jardín de tipo alejandrino de la capital. La villa es como una pequeña ciudad con palacios, fuentes, varias termas, bibliotecas, teatro y templos. En ella pasó los últimos años de su vida y desde allí gobernó el imperio hasta su muerte.



Decidí crear en mi imaginación un universo que sirviera de homenaje al humanismo clásico. El lugar de mi retiro intelectual sería el Aula Adriana, un espacio virtual desde donde podría seguir proyectando, de forma pausada, mi humilde visión del mundo y de la vida.

Mas lo que yo esperaba sería un monótono entretenimiento, apenas compartido por algún que otro amigo o conocido, vino a transformarse en la obligación moral de volver a la trinchera de la pedagogía. Asistir impúdicamente al espectáculo infame hacia el que han precipitado nuestro país en los últimos años sería una irresponsabilidad. Había que aparcar la bucólica y volver a la épica de otros tiempos, aquellos en los que vivimos peligrosamente, parafraseando el título de aquella estupenda película de Peter Weir.

Los españoles necesitamos más conocimiento y más escuela, saber dónde estamos y con quien viajamos. Necesitamos salir del pozo de analfabetismo funcional que arrastramos atávicamente y que tan útil ha sido, y es, a las influencias fácticas que utilizan la voluntad de la ciudadanía a su antojo. Asumir estoicamente que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades es signo de pobreza intelectual. Es urgente rebelarse contra tales manipulaciones y desenmascarar sin temores el paraíso hedonista en el que nos han atrapado.

Este es mi propósito, nunca tuve uno más altruista. Contribuir, como hice durante décadas, a hacer más visible la realidad, lo cotidiano, que a la postre es lo más determinante en nuestras vidas. Volver de nuevo al aula, esta vez de forma perezosa (entendedlo), y contribuir humildemente a la recuperación de la pedagogía social.

A.J.G.G.

1 comentario:

  1. Gracias Antonio por compartir, de esta forma , tu tiempo conmigo,.. con nosotros

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