Hace justo un año y pocos meses tuve noticias de Annabel en el inmenso universo de Internet. Se hallaba desolada y rabiosa. Su grito era desgarrador frente al cinismo sin proporciones de los perros de presa que nos atraparon en el austericidio planificado por las huestes de Rajoy.
Era abril de 2012, cuando el ínclito Wert vapuleaba a diestro y siniestro la comunidad educativa de todo el estado: recortes de becas y de profesores, subida de tasas académicas, suspensión de programas educativos, aumento de ratios escolares… Ella le increpaba valiente y cargada de razones, rebelándose ante el devastador insulto a los más desfavorecidos (Carta a José Ignacio Wert). Annabel mostraba, en su minúscula inocencia, un sentido premonitorio del abrasivo resultado de las felonías que más tarde irían aconteciendo. Y quise saber más de ella.