lunes, 8 de abril de 2013

Soñadores

30 de marzo
aquí acaba el diario
de Bowers, Wilson y Scott
que las ayudas que nunca nos llegaron
vayan a los que quedaron
nuestros hijos, nuestras viudas…

Vuestro cuaderno de bitácora de aquel 6 de abril seguro que apiña millones de sensaciones incontables: inquietud, ansiedad, anhelo, sueños buenos y sueños horrendos, ilusiones inmensas, miedos irremediables… Seguro que nacieron envueltos en  las sábanas que guardaron vuestro sueño de la noche anterior, y se alimentaron a través de la larga jornada en la que preparabais con mimo cada uno de los detalles que tendrían que funcionar como una máquina perfecta, a partir de las 21 horas, en aquel coso desconocido que os iba a acoger.



Minutos antes, allí estabais con vuestros rostros descompuestos por la incertidumbre ante el resultado de la minuciosa preparación realizada, por el temor a la traición de los acordes de lo que ahora era vuestra música, solo vuestra. Al fin se alzó el telón en una penumbra de la que fluía la magia de los sonidos armonizados y explorados por vosotros, como nuevos Amundsen o Scott. Allí estabais, envueltos en negro, Rosa, Mike, Juan Antonio, Fiti y Jesús, mostrándonos con esplendor vuestro soñado proyecto musical, encarnados en una resucitada Ana Torroja y unos hermanos Cano multiplicados por dos. Ahora no eran ellos, era Melissae, vertiendo milimétricamente en el escenario su proyecto, encajando todas las piezas hasta llegar a la apoteosis final de fusión con su esperado y entusiasmado público.




Durante dos horas nos hicisteis olvidar los tiempos de hierro que cada día nos muestran los telediarios. Nos transportasteis a los años 80, aquellos años en que todos creíamos en un futuro imparable para vosotros y para nosotros.

Ahora el futuro sois vosotros porque, vosotros tenéis sueños, tenéis limpias las facciones de vuestros rostros y de vuestras mentes. Poseéis vuestras otras historias íntimas, también llenas de sueños que debéis desarrollar para convertiros en un nuevo caballo de Troya que os haga penetrar en un futuro que seguro construiréis lleno de dignidad. Porque vosotros, como los exploradores de la Antártida, también tendréis hijos y nietos que lo esperarán soñándolo. 

¡Viva la Música!

AGG


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