30 de marzo
aquí acaba el diario
de Bowers, Wilson y Scott
que las ayudas que nunca nos llegaron
vayan a los que quedaron
nuestros hijos, nuestras viudas…
Minutos antes, allí estabais con
vuestros rostros descompuestos por la incertidumbre ante el resultado de la
minuciosa preparación realizada, por el temor a la traición de los acordes de
lo que ahora era vuestra música, solo vuestra. Al fin se alzó el telón en una
penumbra de la que fluía la magia de los sonidos armonizados y explorados por vosotros,
como nuevos Amundsen o Scott. Allí estabais, envueltos en negro, Rosa, Mike,
Juan Antonio, Fiti y Jesús, mostrándonos con esplendor vuestro soñado proyecto
musical, encarnados en una resucitada Ana Torroja y unos hermanos Cano
multiplicados por dos. Ahora no eran ellos, era Melissae, vertiendo
milimétricamente en el escenario su proyecto, encajando todas las piezas hasta
llegar a la apoteosis final de fusión con su esperado y entusiasmado público.
Durante dos horas nos hicisteis
olvidar los tiempos de hierro que cada día nos muestran los telediarios. Nos
transportasteis a los años 80, aquellos años en que todos creíamos en un futuro
imparable para vosotros y para nosotros.
Ahora el futuro sois vosotros porque, vosotros tenéis sueños, tenéis limpias las facciones de vuestros rostros y de vuestras mentes. Poseéis vuestras otras historias íntimas, también llenas de sueños que debéis desarrollar para convertiros en un nuevo caballo de Troya que os haga penetrar en un futuro que seguro construiréis lleno de dignidad. Porque vosotros, como los exploradores de la Antártida, también tendréis hijos y nietos que lo esperarán soñándolo.
¡Viva la Música!
Ahora el futuro sois vosotros porque, vosotros tenéis sueños, tenéis limpias las facciones de vuestros rostros y de vuestras mentes. Poseéis vuestras otras historias íntimas, también llenas de sueños que debéis desarrollar para convertiros en un nuevo caballo de Troya que os haga penetrar en un futuro que seguro construiréis lleno de dignidad. Porque vosotros, como los exploradores de la Antártida, también tendréis hijos y nietos que lo esperarán soñándolo.
¡Viva la Música!
AGG
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